Toscana Día 7. San Gimignano y Volterra.
Me desperté de madrugada con una extraña sensación. El cielo que se veía desde la ventana de mi habitación estaba totalmente despejado y lleno de estrellas, pero una luz intermitente llenaba la estancia como si se tratara de una discoteca, aunque la noche estaba totalmente silenciosa. La atmósfera estaba cargada y con extrañeza intenté averiguar que ocurría. Cuando me asomé por la terraza vi la tormenta más espectacular que he visto nunca, a decenas de kilómetros, sin rayos que alcanzaran el suelo y sin ruido de truenos. Tan sólo se veía un bloque de nubes en la lejanía que se llenaban e hinchaba de luz, sin que se pudieran apreciar los relámpagos. En la terracita del apartamento no llegaba ni el olor a humedad ni el viento propio de las tormentas, tan sólo tenía la sensación de que cada partícula del ambiente estaba electrizada. Ya de día, llovía como si no hubiera mañana, por lo que pensamos que nuestros planes se verían afectados, pero...