18/02/2010. Milford Sound (Piopiotahi)
Caía una suave lluvia en Te Anau cuando nos levantamos, que se convirtió en chuzos de punta durante nuestro camino a Milford Sound. Es bien conocido que en Nueva Zelanda llueve bastante, pero concretamente en Fiordland y West Coast llueven hasta 7000 mm, cuando por ejemplo en el centro de España suelen llover entre 400 y 500 mm (salvo este año claro que vamos a salir nadando).
Apesar de la lluvia el camino era precioso, montañas que nacían desde le mismo borde de la carretera, escarpadas pero cubiertas de numerosos árboles. La imagén del borde del bosque entre la niebla y la lluvia era sin duda la de Fangorn. La última zona antes de llegar al Milford Sound recordaba sin embargo a Noruega sobre todo a la bajada por Dalsnibba al fiordo Geiranger.
Llegamos a Milford con el tiempo en nuestra contra, continuaba la lluvia y todo esta cubierto de una niebla alta que impedía comtemplar el fiordo. Allí tomamos nuestro barco para realizar un crucero de dos horas y media con la compañía Real Journey. Poco a poco, a la vez que zarpamos del puerto las nubes se fueron deshaciendo en jirones sobre las montañas, permitiéndonos ver uno de los espectáculos naturales más hermosos que creo que he visto.
Grandes paredes de piedra, altísimas cascasdas, densos bósques cuyos árboles llegan a tocar el agua oscura, focas tomando el sol sobre las piedras y delfines que juguetean con la espuma del barco. Y finalmente el mar...
Parece que Rudyard Kipling se refirió al Milford Sound como la octava maravilla del mundo.
Eso sí, no hay que olvidarse que en toda la costa oeste de Nueva Zelanda abundan los mosquitos (sandflies en concreto), que pican como demonios. Jorge los sufrió excepcionalmente durante toda la semana que estuvimos en esta zona, desde Te Anau hasta Kaiteriteri.
Una vez amarramos en el puerto de nuevo cogimos el coche dirección Te Anau, pero hicimos una breve parada en The Chasm donde vimos unas piedras espectacularmente horadadas por el agua, y posteriormente paramos en The Divide para hacer otro track "La Key Summit", que es una parte de una de la grandes rutas de Nueva Zelanda ( la Routeburn Track). Consiste en subir un pico desde el que las vistas son impresionantes. La subida es dura porque es larga, pero nos resultó menos extenuante que alguno de los repechos del Mt John.
El camino comienza subiendo por un bosque lluvioso denso y verde, lleno de helechos, donde los arboles crecen y mueren, generando espacios luminosos y otros mucho más oscuros con un caracterísitco olor a humedad y podredumbre. Pero a mitad de la subida los arboles dan paso a una vegetación alpina más baja que permite ver un paisaje abrumador: montañas que te envuelven en cada dirección cuyos valles ocultan caudalosos arroyos bajo los innumerables árboles. Otro espectáculo asombroso en Nueva Zelanda, y estábamos empezando a perder la cuenta después de solo cuatro días.
En la cima hay unas "piscinas glaciares" y un recorrido por la flora alpina, y aquí se produjo nuestro primer encuentro con el Dydimo, pero este es un tema tan interesante que creo que merece la pena dedicar un a entrada a los invasores de Nueva Zelanda.
Entre la subida y la bajada no son más de 7 kilómetros pero un poco duros, no obstante nos compensó notablemente el esfuerzo. Tras bajar regresamos a Te Anau, donde tras un vino blanco Riesling en el bar del hotel (Distinction Te Anau) nos fuimos a dormir, exhaustos pero conmocionados por la belleza del país en el que nos encontrábamos.
Grandes paredes de piedra, altísimas cascasdas, densos bósques cuyos árboles llegan a tocar el agua oscura, focas tomando el sol sobre las piedras y delfines que juguetean con la espuma del barco. Y finalmente el mar...
Parece que Rudyard Kipling se refirió al Milford Sound como la octava maravilla del mundo.
Eso sí, no hay que olvidarse que en toda la costa oeste de Nueva Zelanda abundan los mosquitos (sandflies en concreto), que pican como demonios. Jorge los sufrió excepcionalmente durante toda la semana que estuvimos en esta zona, desde Te Anau hasta Kaiteriteri.
Una vez amarramos en el puerto de nuevo cogimos el coche dirección Te Anau, pero hicimos una breve parada en The Chasm donde vimos unas piedras espectacularmente horadadas por el agua, y posteriormente paramos en The Divide para hacer otro track "La Key Summit", que es una parte de una de la grandes rutas de Nueva Zelanda ( la Routeburn Track). Consiste en subir un pico desde el que las vistas son impresionantes. La subida es dura porque es larga, pero nos resultó menos extenuante que alguno de los repechos del Mt John.
El camino comienza subiendo por un bosque lluvioso denso y verde, lleno de helechos, donde los arboles crecen y mueren, generando espacios luminosos y otros mucho más oscuros con un caracterísitco olor a humedad y podredumbre. Pero a mitad de la subida los arboles dan paso a una vegetación alpina más baja que permite ver un paisaje abrumador: montañas que te envuelven en cada dirección cuyos valles ocultan caudalosos arroyos bajo los innumerables árboles. Otro espectáculo asombroso en Nueva Zelanda, y estábamos empezando a perder la cuenta después de solo cuatro días.
En la cima hay unas "piscinas glaciares" y un recorrido por la flora alpina, y aquí se produjo nuestro primer encuentro con el Dydimo, pero este es un tema tan interesante que creo que merece la pena dedicar un a entrada a los invasores de Nueva Zelanda.
Entre la subida y la bajada no son más de 7 kilómetros pero un poco duros, no obstante nos compensó notablemente el esfuerzo. Tras bajar regresamos a Te Anau, donde tras un vino blanco Riesling en el bar del hotel (Distinction Te Anau) nos fuimos a dormir, exhaustos pero conmocionados por la belleza del país en el que nos encontrábamos.
Ruta en coche 117 km sólo ida ( Te Anau - Milford Sound)
XOXO
Joer, que espectáculo... Es algo alucinante, qué belleza!
ResponderEliminarMenuda pasada!!!!!!!
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