28/02/2010. Rauros

Para nuestro penúltimo día en Nueva Zelanda habíamos reservado algo muy especial: 7 metros de cascada.
En Noruega nos quedamos con ganas de hacer rafting por primera vez,  y en Nueva Zelanda teníamos otra oportunidad. En la zona de Rotorua y Taupo había varias empresas, y parecía que eran un poco más baratas que las que había en Queenstown.
Reservé desde España a través de Internet con River Rats, para realizar rafting en el Kaituna. Es un rafting de Grado 5, no tanto por su dificultad general sino porque tiene  la cascada de un único salto más alta del mundo (7 metros)...en rafting comercial, o por lo menos eso dicen los de Rotorua.
No teníamos ninguna experiencia previa pero nos aseguraron que no era necesaria. Nos presentamos a la hora prevista en la base de River Rats, en Mourea. Allí vimos llegar a nuestra compañía durante el rafting, 9 chicarrones neozelandeses de despedida de soltero, que al parecer habían estado de jarana la noche anterior.
Nos pertrechamos y fuimos en furgoneta hasta el principio del recorrido en el río. Hacer rafting es muy divertido, y en concreto el Kaituna parece bastante fácil ya que el monitor manejaba la barca el sólo. Jorge tenía algún problema para enterder las instrucciones en inglés, aunque sólo eran BACK y FORWARD. 
La lección más importante fue  cómo bajar la cascada, para lo que básicamente había que sentarse dentro de la barca, agarrarse a las cuerdas y rezar.
 
Tras varios rápidos y pequeñas cascadas, llegamos a la cascada de 7 metros, bajo la cual había una poza bastante grande. Tras unos minutos en los que creo que el monitor estaba tratando de generar expectación adicional, nos lanzámos aguas abajo. FUE ESPECTACULAR.


La caída fue grandiosa,  grité como una salvaje, y al final de la bajada la barca quedó totalmente sumergida en el agua.
Todavía seguimos un rato por el río, un entorno maravilloso, con la corriente encajada entre rocas y el bosque de helechos rodeándolo todo, sin apenas poder ver la luz del sol. El agua con una temperatura deliciosa.
En un momento dado el monitor nos animó a tirarnos corriente abajo, a lo que los tres muchachotes y Jorge salieron disparados, y saltaron al río dejandose llevar. Yo salté la última con tan mal estilo que caí fuera de la  corriente principal ( el MAIN STREAM que diría Thor).  Me quedé en un remanso, viendo como los demás se alejaban aguas abajo. Tuvo que venir a rescatarme el monitor, que me pesco cual bonito en el Cantábrico. (Por cierto no me pareció nada fácil subir a la barca desde el agua).
A pesar de este hecho bochornoso lo pasamos fenomenal, y fue la actividad que más me divirtió de las que hicimos en Nueva Zelanda (más que el bungy, que el heli-hike o que el kayak en el mar). No obstante fue un poco caro (90 dolares neozelandeses) por poco más de una hora en el agua.
Mojados pero encantados regresamos a la base de River Rats, había sobrevivido a mi primera experiencia del rafting acompañada por mi esposo y otros nueve vigardos, cualquiera de los cuales pesaba el doble que yo.
Tras una siesta y una ducha nos preparamos para ir a cenar al espectáculo maorí Te Po, en el complejo Te Puia. Te Puia es un centro artístico maorí donde intentan mantener sus tradiciones mediante escuelas de escultura, danza, musica tradicional, y además realizan visitas y espectáculos para turistas. Además es también un parque geotermal con algunos geisers, y un recinto con kiwis en cautividad.
Concretamente Te Po es el nombre de un espectáculo nocturno que incluye una demostración de canciones y bailes tradicionales, una cena con hangi y una visita a la zona de los geisers. Esta actividad estaba incluida en nuestro viaje, y teníamos la terrible premonición  de que sería como uno de esos espectáculos flamencos que organizan para guiris en Madrid.
Y nuestro peores presentimientos se cumplieron. Nada más llegar nos esperaba un guía-speaker-cantor-jefe indio-maorí, con un altavoz con el que se dirigía a los turistas en un tono ampuloso. En primer lugar nos condujo a una marae donde realizaron una exibición de la ceremonia de bienvenida maorí.
La audiencia la componíamos un gran número de turistas de distintas procedencias, que tras descalzarnos pasamos al interior del marae para ver el resto de la exhibición.
Dentro realizaron un espectáculo con varias canciones y bailes tradicionales, pidiendo incluso la participación del público, en concreto de las señoras, que bailamos con unos pompones de plásticos, y los señores que hicieron una triste versión de la haka.
En todo el espectáculo no hubo nada que pueda criticar duramente, pero tampoco fue interesante, divertido o emocionante.
Posteriormente nos desplazamos a un comedor donde para degustar un bufet libre que incluía Hangi. Ésta es una comida típica maorí donde los alimentos se cocinan en el suelo entre piedras: patatas, calabaza, kumara, cerdo, pollo, cordero y pavo.
Nos tocó en la mesa con tres israelies bastante pijos, una pareja de suecos cascajos, y dos alemanes más que desagradables. El comedor y la comida eran como en el bufet de un hotel de playa ( solo faltaba la manogancho), sin mucho encanto ni mucha calidad. La gente se lanzó a por los langostinos y las ostras, que digo yo si puedes ir a Nueva Zelanda de vacaciones, no me creo que no te puedas permitir un buen plato de langostinos, veinte veces mejores que los que nos pusieron.
Tras la cena nos llevaron a ver los geiseres iluminados, para entonces Jorge y yo estábamos totalmente desencatados con el espectáculo, sabiendo que era el rato más triste que habíamos pasado en Nueva Zelanda desde que llegamos.Todo era tan artificioso que incluso tenían un trenecito como los de Torrevieja para llevarnos de un lugar a otro.
Finalmente, y para mi decepción sin ver la casa de los kiwis,  regresamos a la entrada donde nos despieron  unas tallas maorís ( lo más emocionante de la visita).
Estuvimos poco tiempo en Nueva Zelanda, y menos aún en la isla norte, por lo que es normal que nuestro acercamiento a la cultura maorí fuera escaso. Pero tengo la sensación que entendí un poco más a partir de   The Whale Raider desde casa, que visitando Te Puia.
XOXO

Comentarios

  1. Precioso relato... La verdadera pena es que en cualquier lugar del mundo haya espectáculos de guiris...

    Abrazos!

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  2. Vaya con el "tablao" maorí... pero como dice sirkresh eso pasa en todos los lados... El resto espectacular!!!!

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  3. Ciertamente fue más que una actividad turística un trámite ineludible. ¿Vas a ir a Nueva Zelanda y no vas a ver a unos cuantos gordos bailando la Haka?. En fin, era algo que había que hacer y que hicimos con dignidad relativa.

    A más ver.

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  4. ¿Dignidad?, tú no saliste ha bailar la haka,pero yo estuve en el escenario agitando los pompones de plástico un rato. De hecho a otra turista le metí un pomponazo bastante importante...

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