Selva de Irati

El último fin de semana de mayo lo pasamos en el Norte de Navarra, en la zona de la Selva de Irati. Aunque un poco lejos de Madrid (500 kilómetros), sin embargo es una zona preciosas donde historia y naturaleza se mezclan de forma espectacular.
Dormimos en el Hotel Loizu, en Burguete (Auritz), 45 kilómetros al noreste de Pamplona, y tan sólo 4 kilómetros de Roncesvalles, a las puertas de los Pirineos Navarros.
Burguete es un pueblo-calle, ya que la mayoría de las casas se encuentran a los dos lados de la carretera principal, que es también parte del Camino de Santiago. Es pequeño y sin mucho ambiente, salvo los peregrinos, pero con mucho encanto ya que lo componen casas tradicionales navarras con tejados de gran pendiente, para evitar la acumulación de nieve, paredes blancas y contraventanas de madera de vivo color rojo.
El viernes por la tarde fuimos a Roncesvalles, donde realizamos una pequeña ruta circular (unos 4 kilómetros)  por el bosque y los prados cercanos. Y tuvimos nuestro primer contacto con la fauna doméstica ya que un rebaño de ovejas nos cortaba el paso en mitad del camino, y un grupo nutrido de vacas posó para una foto.
También visitamos la Iglesia de Santa María, una preciosa iglesia del gótico francés.

El sábado por la mañana lo dedicamos a la Selva de Irati, el hayedo-abetal más extenso de Europa. Salimos muy temprano, marcaba el coche 3ºC, con la idea de hacer un par de sendas en la montaña. A la Selva de Irati se puede acceder desde dos puntos: Ochagavía y Orbaizeta.
Fuimos hasta Orbaizeta, ya que esta zona esta mucho más cerca de Burguete, y nos dirigimos a la Fábrica de Orbaizeta para comenzar nuestra primera Senda Local. En la Selva de Irati  hay numerosas rutas, algunas son Grandes Rutas Europeas (incluidas ramas del Camino de Santiago) y otras son Sendas Locales.

En primer lugar realizamos la ruta SL-NA59B- Arlekia-Lauzaran, que comienza en la propia Fábrica de Orbaizeta, con 6,6 kilómetros de largo y un desnivel de 340 metros. La Fábrica de Orbaizeta es una antigua fábrica de armas que se construyó en el siglo XVIII para aprovechar la presencia de agua y minas  de metales en la zona, pero que tuvo que cerrarse en el siglo XIX ya que era objeto de numerosos ataques por parte de las tropas francesas, dada la proximidad de la zona con la frontera gala.
Hicimos la ruta al revés, empezamos con una suave suvida entre hayas, junto al río Itolatz. Tras un par de kilómetros tuvimos que girar a la izquierda, abandonando el camino, y cruzando el río, con la dificultad de que la corriente había arrastrado un poco el puente de madera (ha sido un invierno muy lluvioso en todas partes). Al cruzar el puente nos encontramos ante la parte más dura de la ruta, una fuerte subida a través el bosque.


Ascendimos hasta una zona de pastos, llena de flores , donde se iniciaba la bajada de nuevo hacia la fábrica de Orbaizeta, para lo que cogimos un camino muy ancho, usado para trabajos madereros. Aquí nos equivocamos desviándonos de la ruta original, por lo que no pudimos visitar las ruinas del  Castillo de Arlekia, y acabamos en la carretera un kilómetro más abajo que la Senda original.
Fue una ruta suave y muy bonita, siendo la mejor parte el hermoso hayedo que rodeaba la regata del río Itolatz.
Desde la fábrica de Orbaizeta sale una pista por la que se puede ir en coche hasta el refugio de Azpegui, donde comenzamos nuestra segunda ruta, la del Bosque de Ursario, SL-NA 57B, de 6,7 km y 260 metros de desnivel. En su primer tramo asciende hasta el collado de Azpegi, zona donde existen varios dólmenes y crómlech, y posteriormente se interna en el bosque y llega a la fuente de Arrataka, regresando por los rasos que bordean el bosque y por el mismo collado de Azpegi.
Esta ruta nos permitió internarnos en un hayedo en terreno kárstico, mucho más húmedo y cerrado que el anterior, con  vegetación exhuberante y muchísimos animales como mariposas, escarabajos y babosas, pero también caballos en la fuente de Arrataka, e incluso algún corzo.

Comimos un bocata junto al refugio de Azpegi, y planeamos la tarde. Teníamos previsto ir a Francia a Saint Jean de Pied de Port, y tuvimos la ocurrencia de que la pista que nos había llevabado desde la fábrica a Azpegui continuaba Pirineos arriba hasta Francia, y por fuerza tenía que acabar en Saint Jean. Esta feliz idea no estaba respaldada por nuestros mapas de carreteras en los que la pista no figuraba.

Ávidos de aventura nos decidimos a seguir la carreterilla, por la que recorrimos las cumbres de esta zona de lo pirineos, totalmente peladas de árboles.  Tras curvas y más curvas rodeando las montañas, sin darnos cuenta llegamos a Francia. En esta zona, muy despoblada, había tan sólo algunos peregrinos que deciden empezar el camino en territorio francés, y cruzar los pirineos, no por Roncesvalles sino por una zona mucho más dura. Tras perdernos tuvimos que preguntar a unos simpáticos (contra todo pronóstico) franceses y llegamos a Saint Jean de Pied de Port tras más de una hora de coche y los frenos casi quemados.

Esta pequeña ciudad del país vasco-francés es  pintoresca, con un casco antiguo medieval muy agradable pero en exceso turístico. Desde la fortaleza de la parte alta se pude ver el paso de Roncesvalles, historicamente la mejor forma de cruzar los Pirineos (habíamos apredido una importante lección de historia).

Tras un cafecito en territorio francés decidimos ir a Roncesvalles a disfrutar de la visita guiada con la que nos obsequiaron en el Hotel. Cruzamos las montañas por el paso de Roncesvalles mucho más sencillo que nuestra anterior escalada.

La visita guiada empezó con el museo de Roncesvalles, de allí a la Capilla de Santiago y finalmente nos llevaron a la Capilla del Espíritu Santo. En esta última nos llevamos una sorpresa espectacular ya que es un edificio cuadrado en cuyo interior hay un enorme altar bajo el cual, a través de una ventana en el suelo, puede verse un inmenso osario, metros y metros de huesos de personas fallecidas en el hospital para peregrinos de Roncesvalles. Según la leyenda los primeros huesos que allí reposan  fueron los de Roldan y los 12 pares de Francia, que murieron en la batalla de Roncesvalles, en la que los vascones derrotaron por sorpresa a las tropas de Carlomagno en el siglo VIII.
También visitamos el claustro donde reposan las cadenas que según la leyenda Sancho El Fuerte robó a los "moros" en la batalla de las Navas de Tolosa, y que hoy son el escudo de Navarra, y de España.

También está el sepulcro de Sancho, con una escultura a tamaño real (2 metros 25 cm.), de ahí lo de Sancho el Fuerte.

En Roncesvalles se respira Camino de Santiago, Reconquista, Batallas míticas....en resumen Edad Media.

Un intensísimo fin de semana.

XOXO

Comentarios

  1. Muy bonitas las fotos y muy chulo el nuevo diseño del blog!!!!!!!!!!!!!!

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  2. Qué chula la crónica y las fotos!!

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  3. Ah, la selva de Irati... Grandes recuerdos me trae, pero la visita fué breve y habra que repetir...
    Muer2

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