Toscana. Día 5. El David, roja y expulsión.

Visitamos la Academia a primera hora, con lo que nos garantizamos ver el "David" sin mucha compañía.
La escultura es impresionante, enorme y bellísima,  sin embargo el resto de museo no nos pareció gran cosa. Tienen unas cuantas obras inacabadas de Miguel Ángel, una "última cena" rosa fucsia de Warhol y una retrospectiva completa de peinados de señora en el siglo XIX en escayola...que ni todo mi amor por Jane Austen consiguió que me interesara.
Está prohibido hacer fotos en el interior del museo por lo que los vigilantes se comportan como perros de presa para pillar infraganti a los turistas que toman imágenes con el móvil.
Una vez visto el museo, me animé a sacar el móvil y hacer una foto al David desde un punto discreto...me sentía atrevida. La foto salió fatal. 
Pero como no veía a ningún vigilante en la zona, intenté hacer otra foto que superara la primera. ERROR... un señor italiano con muy malas pulgas me acompañó a la puerta. Como "ya lo tenía todo hecho" en el museo, no tuve inconveniente en salir rápidamente, eso sí, un poquito avergonzada.
Luego me contaron que con mi salida precipitada no había observado un enorme David amarillo con el pelo de color morado (incluido el vello púbico). No he encontrado ninguna foto en la red que atestigüe la existencia de esta escultura, pero supongo que los vigilantes de la Academia son unos auténticos profesionales en su trabajo. Ahora me doy cuenta de que es un trabajo bastante fastidioso tener que controlar a los visitantes, y yo contribuí a ponérselo difícil.
Tras la Academia nos dirigimos al museo arqueológico donde Jorge quería ver una famosa "Quimera", lo que le resultó imposible pues la estaban restaurando...no nos pareció un gran museo.
Siguiente objetivo: el Palacio del Bargello. Es un palacio precioso con una buena exposición de esculturas, y en general es un museo mucho más completo que la Academia.
 Allí cuentan con una famosa escultura de Donatello, símbolo de la ciudad, el Marzocco.
Comimos en el centro de Florencia, paninis, en un restaurante turístico, cómodo y no muy caro. Lo más destacable fue que probamos la PANZANELLA, un plato típico toscano, muy parecido a la ensalada campera, pero donde la patata es sustituida por miga de pan.
Tras un merecido descanso a la hora de la siesta, y es que la ola de calor nos seguía persiguiendo por la Toscana, dimos un tranquilo paseo por Florencia, revisitando los lugares más simbólicos, en nuestra última tarde en la ciudad: la Loggia dei Lanzi,  la Plaza de la República, el Ponte Vecchio, el Porcellino, la Santa Croce...

Era viernes noche y teníamos ganas de probar  la Aperiticena. Fuimos hasta KITSCH, un pub-restaurante en una zona menos turística de Florencia,  la plaza Beccaria. Allí cobran bastante cara la primera consumición de bebida , pero por ese precio puedes comer en un buffet en el que predominan las pasta, ensaladas y verduras.
Un buen final para nuestra estancia en Florencia.
Fe de erratas: dos años ha estado mal escrito el nombre de una de mis escritoras favoritas, menuda fan de ..........estoy hecha.

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