Sur de Inglaterra. Día 2. De castillos y caballeros.

Destino Winchester...

Empezamos el día con un desayuno inglés, contundente y rico, en el Bed and Breakfast, y salimos dirección Winchester. Paramos a medio camino, en el pueblo de Arundel, y allí visitamos los jardines del castillo. No entramos a las habitaciones ya que no parecía una visita que los niños fueran a disfrutar. Las entradas eran bastante caras, ya que sólo entrar a los jardines costaba 9 libras a los mayores de 5 años.
Sin duda merece la pena, y fue una de las más agradables sorpresas que nos llevamos en el viaje, y los niños lo pasaron fenomenal.
La visita comenzó en los jardines que rodeaban el castillo, el día era delicioso y todo estaba impecable.
Arundel Castle
Jardines Arundel Castle
Arundel Castle
Visitamos la curiosa capilla Fitzalan, preciosa por fuera y un poco perturbadora en su interior, repleta de tumbas.
Capilla Fitzalan, Arundel Castle
Capilla Fitzalan, Arundel Castle
Pero quizá los rincones más espectaculares estaban en los extravagantes jardines "The Collector Earl's", que originariamente se diseñaron entorno a 1600, pero cuyo aspecto actual se concibió a finales del siglo XX.
The Collector Earl's Garden
The Collector Earl's Garde
The Collector Earl's Garden
Para finalizar la visita tomamos un café y un muffing en la cafetería, y compramos un escudo y una espada de caballero, de goma-espuma,  que fueron el mayor éxito del viaje. Nuestro caballero ya no soltó sus armas hasta estar de vuelta en Madrid.
Carretera y manta dirección Winchester, donde pasaríamos dos noches. Como era temprano decidimos dejar el coche en un aparcamiento de pago en el centro y visitar la ciudad. El día era fabuloso y nada más pasar la estatua de Alfredo el Grande encontramos unos jardines y un parque infantil. 
Compramos unos sándwiches y pasamos el resto de la tarde en el parque. Tras un helado nos dirigimos a la Catedral de Winchester. En el exterior de la catedral había un festival cristiano, con bastante buen ambiente. Nos regalaron un comic infantil y pegatinas religiosas, y había un castillo hinchable para los peques. Cuando entramos a la catedral (8 libras por adulto),  Alejandra tuvo un episodio de llanto, por lo que las dos abandonamos el templo. Cuando mi marido y el niño ya lo habían visto, entré yo, hice una visita rápida pero pude admirar, no sólo la belleza de la catedral, sino la vida que se respiraba dentro. Un coro cantaba y cada rincón estaba lleno de muestras de que se usaba a menudo (dibujos infantiles, exposiciones etc.), muy lejos de las catedrales españolas que he visitado que son preciosas pero parecen mausoleos. 
Catedral de Winchester
Reliquias Santo, Catedral de Winchester
Me costó un buen rato encontrar la tumba de Jane Austen, en mi momento fan del viaje.

Cansados decidimos ir  a nuestro alojamiento, un Bed And Breakfast espectacular, Flowerdews. La dueña nos recibió con tarta casera, yo tomé bizcocho de limón y jengibre con el que "se me saltaban las lágrimas" y los chicos tomaron tarta de chocolate en el patio.
La casa era preciosa, nuestra habitación familiar era acogedora y decorada con mucho gusto. 
Pero la tarde se complicó, la bebé daba muestras de estar enferma, con fiebre y un estado de ánimo terrible. Yo también me sentía enferma, y tras pasear a la pequeña por el barrio, sin conseguir que se calmara decidimos subirla al coche para acercarnos al hospital. De camino se quedó dormida y pudimos medir la fiebre. Como se había quedado tranquila y a penas tenía unas décimas nos volvimos al alojamiento. Nosotras nos fuimos a dormir sin cenar, mientras que los chicos hicieron una cena ligera en el patio, con provisiones que habían comprado en el supermercado.
El día había empezado fenomenal pero acababa de manera desastrosa, mañana nos esperaba Stonehenge.


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