Praga, día 1. Contacto con la ciudad de Praga (por Afu).

El vuelo salía a las 7:30 de Madrid, con Lufthansa.  Así que tras dejar el coche en el parking de larga estancia embarcamos hacia nuestro primer destino, Munich, donde hacíamos escala.
El primer vuelo tuvo una duración de unas 2 horas y media, y la verdad es que merece la pena volar con Lufthansa: espacios mucho más amplios, periódicos, comida y bebida para el vuelo.  En Munich tuvimos que esperar unas dos horas, pero no se nos hizo nada largo, ya que el aeropuerto está muy bien. Tiene sala de fumadores, para quien lo necesite, y máquinas gratuitas de café, té o chocolate.
El segundo vuelo fue más cortito, unos 50 minutos, y ya estábamos en Praga.
Del aeropuerto al centro de Praga es muy fácil llegar, no es necesario taxi ni ningún tipo de transporte privado. En la misma puerta se cogen varios autobuses urbanos que llevan hasta el metro. En nuestro caso cogimos el 119 que nos dejo junto a la parada de metro de Dejvicka (línea A), y de allí fuimos hasta la parada de Muzeum, a 5 minutos del hotel .
El metro de Praga es muy sencillo y cómodo de usar, tan sólo tiene tres líneas.  Los billetes se compran por tiempo o por días, nosotras normalmente nos apañábamos con los de 30 o 90 minutos. Eso sí, recordad siempre que es necesario validarlo en las máquinas antes de subir, ya que los revisores pasan con bastante frecuencia. El coste es de menos de 1 € para el de 90 minutos.

Sobre las 14 llegamos al hotel Ankora. Está situado muy cerca de la plaza de Wenceslao, y junto a las paradas de metro de Muzeum y Pavlova. No es justo el centro, pero se tarda entre 10-15 minutos en llegar andando a algunos de los puntos turísticos de la ciudad.  La relación calidad-precio es bastante buena, nos costó 556€ las 5 noches en una habitación cuádruple, con desayuno buffet incluido, en una habitación muy amplia y silenciosa.

Como nos habíamos levantado muy pronto decidimos descansar un poco en el hotel y tomarnos la tarde de relax, y salir sólo a cenar y pasear.  Así que a media tarde nos dirigimos andando hacia la zona del río Moldava conocida como Naplavka. Se accede por unas escaleras junto al Edificio Danzante (del cual hablaré más adelante),  y para mí ha sido el mayor descubrimiento de Praga.  

Edificio Danzante, Praga
Es una zona poco conocida por los turistas y sobre todo frecuentada por checos, cuando hace buen tiempo los barcos se convierten en terrazas y la gente se sienta en la ribera del río a tomar algo.  Se convierte entonces en un lugar estupendo para tomar unas cervezas y cenar algo,  a muy buen precio, mientras se escucha música de fondo. Aquí fue donde tomamos las primeras cervezas checas acompañadas de unas pizzas. La gente super maja, haciendo de todo para entendernos. No me acuerdo cuando pagamos, pero nos pareció muy barato!

Rivera del Moldava, Praga
De allí estuvimos dando una vuelta por toda la ribera del río para dirigirnos hacia la zona centro. En este paseo vimos muchas terracitas, y grupos y solistas tocando en directo. Muy entretenido.

Puente del Rey Carlos, Praga
Teníamos un destino fijado, íbamos hacia la zona de  Dlouha, ya que habíamos leído en internet que era una zona muy buena para tomar unas copas. Esta muy cerquita de la plaza de la Ciudad Vieja, así que tuvimos el primer contacto con la misma.  Nos pareció preciosa,  aunque mucha mucha gente.
En el bar que estuvimos fue el Harleys.  Está muy bien si te gusta la música rock,  y darlo todo bailando. Allí probamos el vodka y los mojitos, muy rico todo, y también a un precio mucho menor que en España. La verdad es que nos sorprendieron para bien los precios.


Tras un día tan largo, decidimos volver en taxi hacia el hotel, lo que nos costó unos 10 €.

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