Fin de semana otoñal en Soria

Un fin de semana en Soria, juntos seis adultos y seis niños de menos de seis años, había grandes posibilidades para el desastre, y sin embargo fueron dos días fabulosos.

Cañón del Río Lobos, Soria
La avanzadilla salimos el viernes temprano, tras comprar provisiones, dirección Piquera de San Esteban, donde habíamos reservado una casa rural. De camino paramos en Ayllón, un precioso pueblo.

Ayllón

Ayllón
Es un pueblo coquetísimo y en la plaza unas agradables terrazas invitaban a pasar un par de horas sentados al sol otoñal...ERROR. Aparecieron nuestras amigas las avispas y tuvimos que abandonar la idea para impedir el ataque de pánico de mi hijo.
Finalmente comimos en un restaurante convencional de menú del día, sopa de cocido y cuchifrito, aceptable solamente.
Muy cerca estaba Piquera de San Estaban, donde pasaríamos dos noches en la Casa Rural El Castro, una casa enorme y estupenda.
Hasta que llegó el resto del grupo, pasamos la tarde junto al río, donde entre chopos dorados y setas, jugamos en los columpios y tiramos piedras al agua.
Setas, Piquera de San Esteban
Ya todo el grupo reunido y, tras preparar un kilo de macarrones, cenamos y a la cama. Era difícil que con 6 niños pequeños no hubiera numerosos paseos nocturnos por la casa, con lo que no descansamos todo lo bien que nos hubiera gustado. 
A la mañana siguiente salimos dirección al Cañón del Río Lobos. Dejamos el coche en el aparcamiento más cercano a la Ermita de San  Bartolomé, apenas a un kilómetro de distancia por un ancho camino a través del bosque. 

Cañón del Río Lobos
Cañón del Río Lobos
Fue una preciosa caminata con los peques, en la que fuimos adelantandos por unos cien abuelos que acababan de bajarse de dos autobuses.
La ermita y su entorno son preciosos. Nos sentamos a comer junto al río, donde por accidente mi peque metió algo más que un pie en el agua. Una semana después  no he conseguido eliminar el olor de las zapatillas.
Detrás de la ermita hay una gran caverna, que también puede visitarse.

Ermita de San Bartolomé, Cañón del Río Lobos
A pesar de la previsión meteorológica, el tiempo nos había acompañado toda la mañana, pero ya entrada la tarde empezó a chispear, por lo que decidimos volver al coche. A unos pocos kilómetros pudimos disfrutar de las preciosas vistas del cañón desde un mirador, desde donde también se veía el castillo de Ucero. Los buitres volaban realmente cerca de nuestras cabezas.
Cañón del Río Lobos
Cañón del Río Lobos
Pero la mejor parte todavía estaba por llegar. Dos de nuestros compañeros de viaje tienen gran experiencia en espeleología y conocían una cueva donde podían entrar los niños. Tras pertrecharnos (casco, linterna, botas y ropa para manchar) salimos dirección a la cueva Galiana Alta, cuya entrada estaba apenas a tres minutos del mirador. 
Pasamos un rato divertidísimo entre columnas y pasillos estrechos, y al final una sala más amplia con un agujero en el techo por el que entraba la luz del día. Intentamos no molestar a los pequeños murciélagos que colgaban aquí y allá.
Galiana Alta, Soria
Tras un pequeño refrigerio regresamos a la casa rural, donde hicimos una barbacoa espectacular: chorizo, morcilla, entraña...algo de verdura, cerveza y buena gente, ¡qué más se puede pedir para terminar un gran día!
A la mañana volvimos pronto a casa, y una persistente lluvia otoñal nos acompañó todo el viaje.

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