Cataratas del Niágara 1. Llegadas. Viernes y Sábado (By Laura)
¡Empieza la aventura en Nueva
York! Tras ocho meses esperando este momento para reencontrarme con parte de mi
familia, el vuelo con United Airlines pasa rápido pero con nervios y muchas
ganas de aterrizar (estoy viviendo en Denver, poco a poco os iré contando mis
viajes por USA). Esta noche dormimos en el Hampton Inn del aeropuerto de La Guardia pues a la mañana siguiente salimos hacia las cataratas del Niágara y el
coche de alquiler lo recogemos en la misma zona. La noche en el hotel nos sale a 192 $, una habitación de
dos camas grandes y desayuno; además, el hotel tiene transporte al aeropuerto y
una mesita con todo lo necesario para tomar café, té o chocolate caliente a cualquier
hora.
Por el coche pagamos un total de
unos 255€ al redondeo. Desde el sábado las 7 am a las 23 h. del lunes (alquilan
por días, por lo tanto cuenta como tres aunque no lleguemos a las horas), el
seguro (insurance, equivalente al seguro a terceros) y la liability insurance, (similar a nuestro “todo riesgo”). Un Toyota Camry nuevecito, muy amplio,
cómodo y que consume muy poquito.
Mi madre y mis tíos han llegado
este mismo viernes unas horas antes al JFK y cogido un taxi hasta el hotel que
les cuesta bastante barato, 36 $. Después de dejar las maletas, toman el
Shuttle para venir a buscarme a la Guardia y darme una sorpresa.
Tras todos los abrazos, besos y
lagrimillas encabezamos hacia el hotel. A pesar de que yo estoy muy fresca (el
cambio de hora me favorece) el resto del grupo está muy cansado y no tenemos
hambre. Así que después de picotear un poco de queso manchego rico rico
decidimos bajar a tomar un chocolate caliente con unas galletas españolas e
irnos a dormir.
A la mañana siguiente es cuando
realmente comienza la aventura. Por ello, bajamos a desayunar fuerte antes de
ir a recoger el coche. El desayuno del hotel está muy bien. Un café en termo
pero muy sabroso, opciones de descafeinado, té, manzanilla… Leche, cereales de
varios tipos, mix de fruta, tostadas, bagels y muffins, masa preparada para
hacer gofres, sirope de chocolate y de arce, por supuesto; huevos revueltos,
salchichas ahumadas en sirope de arce (que estaban deliciosas) y el famoso
oatmeal (como unas “gachas de avena”, desayuno muy famoso entre los americanos).
Nos toca correr un pelín para que no se nos vaya el Shuttle y el hombre, muy
majo, nos deja en la agencia de alquiler directamente; evitándonos así tener
que coger otro Shuttle desde el aeropuerto.
El coche lo alquilamos con
Hotwire. Se trata de una empresa similar a Booking pero que también ofrece
alquiler de coches. Con ella, se pueden reservar coches más barato de lo que lo
ofrecen las propias casas (no me preguntéis por qué pero así es) y habitaciones
a un precio muy bajo, pues los hoteles bajan los precios para llenar las
habitaciones vacías. La única condición es que tienes que pagar antes de que te
confirmen a qué hotel vas o qué empresa va a alquilarte el coche. Por supuesto,
los precios van por categorías, cuando pinchas el precio te dicen entre qué
cantidad de estrellas te encuentras; así, puedes tener suerte y que a un precio
muy bajo te toque un hotelazo, pero nunca las condiciones van a ser inferiores
a lo que tú estás eligiendo. Volviendo al tema, la empresa que nos tocó fue
Hertz, cobran $200 de fianza que depende de la sucursal tardan más o menos en
devolver; por lo demás y, de momento, ningún problema con ellos.
El viaje de ida se hace eterno.
Navegando con el gps de Apple y la opción de evitar peajes, tardamos unas 8
horas y media en llegar a Ontario, parando solamente para ir al servicio. El
paisaje precioso, muy parecido al norte de España, pero la lluvia
acompañándonos unas 6 horas y la carretera dejando mucho que desear. Entre
redirecciones por ruta más rápida que al final te redirige al primer camino que
llevabas, baches y coches demasiado lentos, llegamos con unas ganas locas de
abandonar el coche en el hotel. La vuelta, sin embargo, la hicimos por el
peaje, decisión que tomamos el mismo sábado antes de llegar, y aun parando una
hora a comer, devolvemos el coche siete horas y media después de salir. Otro
dato importante, los límites de
velocidad son para morirse de aburrimiento, pero cuidado no os pongan una multa
porque la tendrá que tramitar la empresa y cuando os llegue a casa, dependiendo
si es dentro o fuera de USA, pagareis más o muchísimo más por el recargo.
Vamos a estar dos noches en el
Glengate Hotel & Suites, situado bastante cerca del centro de Ontario por
unos 230 dólares canadienses (unos 152€). La habitación está muy bien aunque el
desayuno deja que desear si lo comparamos con el del Hampton. Si no, diríamos
que era normalito pero con un café malísimo.
Además, hemos comprado por
internet el Adventure Pass Classic,
en mi opinión, la mejor opción para visitar lo más interesante a un precio
económico y más interesante en comparación con las atracciones que ofrece USA.
Llegas a estar más cerca del agua con el Journey behind the falls y los
horarios son más amplios (el barco por ejemplo que es exactamente igual en
ambos lados, acaba a las 8pm en Ontario y las 5pm en Usa), Los tickets hay que
canjearlos por la tarjeta al llegar allí, según la página web en la oficina de
turismo, pero se puede hacer también en cada atracción.
Por la hora que es, nos vamos a
probar el Journey Behind the Walls, impresionante, todos salimos igual de
encantados que mojados. Se trata de un pasadizo detrás de la catarata grande
(Horseshoe) con varias aperturas para que puedas sentir la furia del agua y,
además, una terraza a la que salir y apreciar la catarata de cerca. Muy
amablemente te dan un chubasquero antes de entrar, pero aun así te mojas, y
mucho. ¿Qué gracia tendría si no?
Llevamos desde la mañana sin
comer en condiciones, así que estamos hambrientos además de muy cansados.
Buscamos sitio para cenar y decidimos probar el Applebee´s, una cena cara en
cuanto a calidad-precio. El salmón que pido está muy bueno pero la porción es
bastante pequeña, la hamburguesa tenía muy buena pinta en la foto de la carta
pero la carne estaba sosa y muy hecha según los dos que la pidieron. Lo mejor,
las costillas a la barbacoa y las cervezas bien fresquitas y enormes con las
que llevábamos soñando desde el mediodía. En esta ocasión, una de mis
preferidas, la Coors Banquet, suave pero sabrosa, de Golden, Colorado.
Ontario, Canadá
Después de la cena y ese ratito sentados, el camino hacia el hotel se nos hace eterno. Todos caemos rendidos y dormimos fenomenal.
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